No es nuevo que el mercado está abarrotado de semillas que se venden por su alto rendimiento, resistencia a plagas y muchos más beneficios. Estas se venden como parte de un paquete tecnológico que conlleva también el uso de agroquímicos. Muchas de estas semillas son creadas en laboratorios donde son alteradas genéticamente en pro de hacer una semilla que resista enfermedades o altas temperaturas. Semillas como estas no pueden ser reproducidas. Aunque el progreso de la ciencia ha sido parte fundamental del desarrollo del ser humano, también hay que verlo con mucho cuidado cuando se trata de semillas, ya que este tipo de tecnologías ha alterado el ecosistema y ha puesto en peligro la soberanía alimentaria de los pueblos.
Por esto mismo, las parcelas biointensivas que se están estableciendo con familias productoras del municipio de Condega en el marco del subproyecto «Producción climáticamente inteligente para la nutrición e ingresos», conllevan un eje fundamental, que es la reproducción y multiplicación de semillas, ya que, la sostenibilidad de estas requiere de un sólido compromiso por parte de las familias. Uno de los desafíos actuales es la reproducción de semillas de hortalizas, ya que estas son muy utilizadas para el consumo y comercialización, por ende, la demanda de este tipo de semillas es grande, pero la mayoría solo se consiguen en casas comerciales y según la variedad podrían ser aptas para reproducirse o no.
Es necesario avanzar en este punto y buscar formas de reproducción, multiplicación y resguardo de semillas de hortalizas, que permitan cultivar con diversidad y de manera intensiva. En las comunidades rurales no hay una cultura de reproducción de este tipo de semillas; sin embargo, es una alternativa que se tiene que trabajar y esto solo será posible con la ayuda de todos, principalmente con el compromiso de las familias y la suma de los esfuerzos de las organizaciones que están trabajando en alianza para que esto sea posible.
La semilla es un ser vivo que necesita de nuestro cuidado para que conserve su calidad, la conservación de esta requiere condiciones necesarias para que no sufran daños y puedan ser usadas para el cultivo, por consiguiente, para la alimentación de las familias. Gracias a estas alianzas, hemos tenido la participación de representantes de la UNAG – Estelí, quienes han apoyado con una charla para las familias productoras, acerca de las condiciones que deben prepararse para el establecimiento de los biointensivos y el resguardo de las semillas.
De parte de ASDENIC, se abordó otro punto crucial que consistió en reflexionar sobre una visión colectiva para que estas parcelas productivas sean sostenibles, ya que, si el objetivo es la comercialización, es necesario que las diferentes familias se vean como socias para poder realizar un mercado que dinamice su economía.
En este encuentro la participación de mujeres ejemplares, fue de gran motivación, ya que nos compartieron el esfuerzo y el trabajo duro que han implementado, tanto en la diversificación de sus patios como en la comercialización de los productos que surgen del mismo.
El rescate de las semillas es una pieza fundamental para la sostenibilidad de las parcelas biointensivas y la soberanía alimentaria de las familias
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